Hoy 9 de Diciembre en el Calendario USA
9 de diciembre de 1775: Unos cuatrocientos soldados británicos son enviados por Lord Dunmore para interceptar las fuerzas americanas que avanzan sobre Norfolk, Virginia. El encuentro sucedió en Great Bridge, teniendo los británicos sesenta y dos bajas opuesto a un patriota ligeramente herido. El 13 de diciembre Great Bridge fue ocupado por las fuerzas revolucionarias.
9 de Diciembre de 1825: En el Estado de Florida se incorporó la Ciudad de Tallahassee.
9 de diciembre de 1825: En el Estado de Florida se estableció el Condado de Washington. Su nombre honra a George Washington, primer presidente de los Estados Unidos. La sede de gobierno de este condado es Chipley.
Trinidad en Las Villas
Hoy, 9 de Diciembre, en el Calendario Cubano
Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 9 de Diciembre se celebró el día de: Santa Leocadia, virgen y mártir y San Siro, confesor.
9 de diciembre de 1895: La Invasión Libertadora en Las Villas: Avanza de Las Pozas (distrito de Sancti Spíritus) a Quemado Grande (distrito de Santa Clara), en total 9 leguas recorridas. Acción de Los Indios. De José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Invasión) - Tomo I: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 145-151 describe los acontecimientos del 9 de diciembre de 1895 en la Historia de Cuba:
“Fomento está enclavado en medio de caprichosas colinas, en la misma raya divisoria de Trinidad y Sancti Spíritus; pueblo muy realista, al decir de los campesinos, siempre se distinguió por su adhesión a la causa de España, al tenor de otros villorrios, como el de Cascorro en Camagüey, Tiguabos y Songo en la provincia de Santiago de Cuba. Sus moradores hacían gala de españolismo y tenían a orgullo mostrar sus trincheras acribilladas por las balas del insurrecto. Fomento contaba con factoría militar, buenos reductos, guarnición de tropa y una guerrilla volante. Por su posición topográfica era centro de operaciones y casi diariamente pernoctaba allí alguna columna. Desde los fuertes empezaron a molestarnos; primero, con disparos sueltos; luego a descargas cerradas, insistente hostilidad que hizo presumir hubiera refuerzos, los cuales, no atreviéndose a empeñar combate fuera del recinto, utilizaban esos medios, libres de riesgo. Intento temerario hubiera sido atacar la población, bien defendida como estaba, aparte de que esta clase de empresas se reservaban para más adelante, según se ha dicho en otro lugar, y cualquiera alteración en el croquis general de la guerra, sin un motivo poderoso, implicaba por lo menos mudanza de criterio. Por otra parte, Fomento carecía de importancia en la Isla; sonaba únicamente en la región villareña por las osadías de sus guerrilleros, y su toma, en el supuesto de realizarse, con cabal fortuna, tal vez hubiera pasado inadvertida en la opinión del país, la que debía ser impresionada por medio de hechos ruidosos que causaran verdadera alarma en el mundo comercial. No obstante, se provocó a los defensores de Fomento cogiéndoles una recua de caballos del pie de las trincheras, y quedó el general Maceo con las fuerzas de retaguardia en observación de la plaza, para caer sobre aquéllos, si intentaban alguna salida. Por lo que aconteció dos horas más tarde, se vino en deducción de que el pueblo no contaba con otras fuerzas que las del destacamento y guerrilla de movilizados; pero el jefe de la plaza hizo llegar un aviso a otro destacamento más numeroso, que se hallaba protegiendo unas obras de fortificación, en el sitio nombrado Casa de Teja, no lejos de Fomento, y tuvo aquél oportunidad de apostarse convenientemente y de agredirnos a mansalva, aunque no con el fruto que se prometía.
“He aquí cómo ocurrió este hecho de armas.
“La vanguardia de nuestra columna, el centro de ella y la mayor parte de los bagajes, habían cruzado sin novedad por un travesío al camino real de Santa Clara, y llevaban andados por esta vía unos cuantos metros. Sólo quedaban, junto al crucero, algunos rezagados de la impedimenta y las parejas de servicio que vigilaban los flancos. De repente, una descarga dispersó a los que se hallaban de facción, otra, disparada casi al mismo tiempo sobre los acemileros fatigados aumentó la confusión y puso al trote a los más perezosos. Ambas descargas habían partido de un espeso matorral, oculto a primera vista, donde se hallaba emboscado el destacamento de Casa de Teja. El jefe de Estado Mayor, auxiliado por los oficiales de servicio, logró reunir a los dispersos y oponer ligera resistencia, en tanto se ponían en salvo los rezagados. Pero el enemigo se animaba gradualmente y empezaba a correrse por uno de los flancos, al abrigo del bosque, y sin duda, para que la agresión fuese más eficaz, dirigía los fusilazos al centro de la carretera, sirviéndole de punto de mira las nubes de polvo que levantaba a su paso nuestra caballería. Avisado el general Gómez por un oficial del Estado Mayor, retrocedió con su escolta y dos escuadrones que recogió de pasada, y ya con este núcleo la resistencia tomó otro carácter, al extremo de que el adversario empezó a cejar, notándose por los estampidos del maüser, cada vez menos intensos, que se replegaba al punto primero de su ofensiva, o sea el matorral. Nuestra retaguardia, en la que iba el general Maceo, oyó el fuego y acudió presurosa al lugar del combate; dióse una furiosa carga por entre vericuetos y matojos, sin respetar una estacada, que vino al suelo de un empellón; acometimiento que hubo de refrenarse ante el precipicio amenazador de un barranco, y no por la agresión de los españoles que se habían apoderado de aquella altura. Se volvió al camino, en espera de una nueva ofensiva; ésta no retardó, iniciándose ahora por paraje distinto, desde el fondo, intrincado de maleza, de una estancia abandonada que comunicaba con el barranco, cargando también los nuestros con singular empuje al través de un campo enmarañado, pero acometida tan infructuosa como la anterior, porque los españoles, al percibir el tropel de la caballería, emprendieron silenciosa retirada por sitios desconocidos para nosotros. Dicho está que las fuerzas adversarias eran de infantería, razón por la que les fue fácil elegir terreno a propósito para agredirnos y esquivar después la persecución. Nuestra gente estaba enardecida; de buena gana hubiera echado pie a tierra para ir en seguimiento de los españoles, que con poco esfuerzo podían considerarse victoriosos. Pero ni la hora era propia ni el lugar adecuado, pues caía la tarde y nos faltaba por vadear el río Agabama, de paso difícil y peligroso, que, de tenerlo ocupado el enemigo, daría ocasión a un serio contratiempo en la marcha de nuestra columna, obligada necesariamente a retroceder ante algunos pelotones de infantería que se hubiesen parapetado en los abruptos peñascos que circuyen el Agabama por aquel punto. Afortunadamente, no tropezamos con ninguna emboscada y sólo tuvimos que salvar las quiebras naturales del terreno. El escaso número de bajas (doce heridos) que nos costó la acción de los Indios -por llamarse así el lugar donde se ventiló- hemos de atribuirlo a la falta de serenidad de los tiradores, que se aturdieron seguramente al sentir cerca de ellos el estruendo de la caballería, porque de lo contrario, esto es, si afinan la puntería sobre la masa de jinetes encajonados al borde de un precipicio y obligados a volver grupas, es seguro que nos causan más de cien bajas. Pocas serían las pérdidas de los españoles, tal vez ninguna, debido a que nuestros disparos tampoco pudieron ser certeros.La jornada de este día (9 de Diciembre) terminó en Quemado Grande, jurisdicción de Santa Clara; el trayecto recorrido fue de diez leguas, de muy penoso andar.”
9 de diciembre de 1823: Restablecimiento del Absolutismo.
En “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, páginas 693-694 nos describe los acontecimientos del 9 de diciembre de 1823 en la Historia de Cuba:
“Francisco Dionisio Vives se encargó de referirlo en oficio al ministerio español había tenido él especial cuidado en preparar a los pueblos de la isla de Cuba para el restablecimiento del absolutismo. Las circunstancias del suceso así lo dijeron también. Inmediatamente después de llegar a La Habana el teniente coronel Isidro Barradas con los decretos derogatorios del régimen constitucional convocó Vives a los jefes de los cuerpos y a las autoridades, para acatar sin dilación los nuevos mandatos soberanos y dictar las disposiciones enderezadas a la publicación de la trascendental noticia. El 9 de diciembre de 1823, desde muy temprano, aparecieron en las calles de La Habana, con sobrada pompa publicados, los bandos contentivos de los decretos traídos por Barradas. Correos extraordinarios partieron en todas direcciones, para llevar a gobernadores y justicias de los pueblos las instrucciones concernientes a la novedad. Durante la noche del 8 al 9 de diciembre, por orden de Vives, fueron arrancadas de los lugares públicos la lápida y las inscripciones de la Constitución. Las diputaciones provinciales y los municipios constitucionales desaparecieron inmediatamente restituyendo a la vida los antiguos ayuntamientos. La milicia nacional, tan enérgica y altiva en otros días, depuso las armas sin resistencia ni protesta de ningún género. Los clamores de la prensa periódica cedieron su puesto a la templanza y al comedimiento. Mas esto no bastaba, a juicio de Vives, para dejar cumplidas las providencias reales. El Capitán General no quería tener enemigos ni amigos.”...
9 de diciembre de 1556: Real Cédula del 9 de diciembre de 1556.
De “Historia Documentada de San Cristóbal de La Habana en el Siglo XVI: Basada en los documentos originales existentes en el Archivo General de Indias en Sevilla” Tomo I, por Irene A. Wright, Imprenta El Siglo XX, Rep. de Brasil 27, La Habana, editada en 1939, páginas 193-194.
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