Hoy 13 de Diciembre en el Calendario USA
13 de Diciembre de 1928: Se interpretó por primera vez la composición “Un Americano en París” compuesta por George Gershwin. El evento tomó lugar en Carnegie Hall, Nueva York, siendo interpretada la obra por la Filarmónica de Nueva York dirigida por Walter Damrosch. De acuerdo a las propias palabras de Gershwin la obra era: “Mi deseo aquí es presentar las impresiones de un americano visitante en París según camina por la ciudad y oye varios sonidos callejeros y absorbe la atmósfera francesa” (“My purpose here is to portray the impression of an American visitor in Paris as he strolls about the city and listens to various street noises and absorbs the French atmosphere”). El 4 de octubre de 1951 se estrenó la película musical “Un Americano en París” basada en esta composición de Gershwin.
13 de Diciembre de 1861: En el Estado de Florida se estableció el Condado de Polk. Su nombre honra a James Knox Polk, presidente de los Estados Unidos.
Hoy, 13 de Diciembre, en el Calendario Cubano
Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 13 de Diciembre se celebró el día de: Santa Lucía, virgen y mártir y Santos Odestes y Antioco, mártires.
13 de Diciembre de 1895: La Invasión Libertadora en Las Villas: Avanza de Quirro (distrito de Trinidad) a Siguanea (Trinidad), en total 5 leguas recorridas. Del 11 al 13 de diciembre por José Miró Argenter. Por José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Invasión) - Tomo I: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 152-159 describe los acontecimientos del 11 al 13 de diciembre de 1895 en la Historia de Cuba:
“Acción del día 13: Camino de la Siguanea: La alborada comienza con disparos de artillería, lo cual hace suponer que la función del día de hoy no será tan agitada como las dos anteriores, puesto que no se explica que hallándose los combatientes a tiro de fusil y enconados los ánimos de los españoles, empleen éstos el medio ofensivo menos eficaz en esta clase de luchas, donde sólo el arma de infantería desarrolla sus fuegos con lucimiento: o la columna tiene muchas bajas, o la fatiga empieza a producir sus efectos inevitables. Entretanto, nuestra división desfila por el fondo del sinuoso cerro, mientras patrullas delanteras ocupan las alturas para explorar el extenso valle de Cumanayagua, nueva y grandiosa decoración que esmalta los confines de la cordillera meridional. Un sol de invierno dora las cumbres, pero deja íntegro el verdor profundo de los collados bajos, cuyos perfiles se desvanecen en las lejanías del horizonte, como tenues rasgos del esfumino sobre el cielo de un paisaje. “Pero ya se oye el traqueo de la fusilería. Los españoles se deciden por el método de combate más adecuado, retirando el cañón que en estas alturas solo sirve para salvas, y acometen furiosos las posiciones ocupadas por nuestra retaguardia: este lance nos cuesta cuatro peones. Alineadas las fuerzas que han de tomar parte en la acción, contamos doscientos quince hombres, entre infantes y jinetes, procedentes los primeros, en número de cincuenta, de las plazas que perdieron los caballos en los dos combates anteriores; en concepto de premio se les obliga ahora a cubrir la extrema retaguardia. Se sitúan las emboscadas a la salida del campamento, de trecho en trecho, y dirigidas por oficiales expertos a quienes se les ha dado orden de que los disparos se harán a corta distancia, sobre la cabeza de la vanguardia enemiga, mientras otra cosa no se disponga. Siguen los españoles nuestra huella, acribillando matorrales, árboles copiosos, múcaras, breñas y cuantos objetos más puedan servir de trinchera o apoyo al insurrecto, que no se halla, sin embargo, al abrigo de esos parapetos (en demasía usados para que nuestro jefe los utilice), sino en lugares menos sospechosos y más limpios, que acaso no advertirán los buenos prácticos que lleva la columna. De un escuálido maizal parten los certeros disparos de nuestra gente; un poco más allá, suenan estampidos que hacen retemblar la tierra de un sembrado y atemorizan a los más delanteros, que exploran charlando. Trata de flanquear una compañía, pero se le opone firme resistencia desde el descuello de la loma; y tiene que replegarse. Parece que el centro de la columna se ha retrasado, puesto que se oyen los toques de corneta bastante lejos, sin que pueda distinguirse si ordenan despliegue de guerrillas, o marcha de frente, o retirada. En esta situación toda la vanguardia española se arrima a un lado del sendero y dispara a granel, pero sin tino. Es de admirar, sin embargo, la manera como ha ejecutado el retroceso. Transcurre largo rato. La fuerte emboscada que ha colocado Maceo en lugar a propósito para que ofenda uno de los flancos, decidirá la acción cuando la columna prosiga el avance; mas a eso de las doce el jefe de la partida se ve obligado a romper el fuego contra la retaguardia de los españoles, que han mudado el frente, tomando uno de los caminos que conducen a Manicaragua, y dado fin a su temeraria empresa en que han prodigado tanto valor como abnegación. A nuestra gente le falta aun buen trecho de camino para llegar a la Siguanea, punto señalado para campamento, y no es posible que hagan la travesía los soldados que andan a pié, muchos de ellos con el equipo del soldado a cuestas, a más del armamento y el matalotaje. El general Sánchez queda con esos hombres en la prefectura del cuartón para proveerlos de caballos, a fin de que no haya rezagados en la marcha de mañana, que probablemente será también ruda. Poniéndose el sol llegamos a la Siguanea: ¡romántico paisaje! se ven vestigios de un cafetal, cascadas y lagos azules... De las operaciones realizadas por el general Oliver, jefe de la división española, se infiere claramente que han obedecido a órdenes apremiantes del general Martínez Campos, encaminadas a destruir el núcleo rebelde, o cuando menos ocasionarle un serio descalabro que pusiera límite al audaz intento de los invasores. El general Oliver ha hecho más de lo posible en esa costosa empresa; ha dado pruebas admirables de tesón y pericia militar, pero las nuevas tentativas del general Martínez Campos, sus planes y combinaciones para detener la marcha de la invasión en las fronteras de Occidente, fracasan esta vez en Manicaragua. El diario La Lucha, de la Habana, correspondiente al 15 de Diciembre, publica el parte militar de las acciones de Manicaragua, en el que se consigna que la columna del general Oliver tuvo 5 muertos y 20 heridos en la acción del día 11, pero omite las bajas sufridas en los combates posteriores y no hace mención de ellos. El general Oliver asegura al jefe superior del ejército que los insurrectos se han visto obligados a refugiarse en los montes de la Siguanea y que les será muy difícil continuar el avance hacia el distrito de Cienfuegos. En otro lugar del mismo periódico se dice que hay 9,000 soldados para impedirnos una nueva tentativa”...
13 de Diciembre de 1867: Segundo Mando de Lersindi.
En “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, páginas 701-702 nos describe los acontecimientos del 13 de diciembre de 1867 en la Historia de Cuba:
“El 13 de diciembre de 1867 asumió por segunda vez el mando de Cuba el general Francisco Lersundi. En aquellos momentos la chispa revolucionaria prendía en pechos cubanos. La desesperación, poniendo colmo a los agravios inferidos al colono, se dejaba sentir .en las víctimas del despotismo. La hora de rebeldía cruenta estaba próxima. El cúmulo de desafueros realizados en todos los órdenes era demasiado grande. A despecho de los síntomas de ruidosos acontecimientos que se notaban en la Isla, Lersundi no se preocupó de la suerte que podía correr la Colonia. Se acomodó en Guanabacoa, y se entregó a gozar de las delicias de nueva Capua, entre saturnales y orgías. El Capitán General no quiso o no pudo, acaso por sufrir miopía política, penetrarse de la verdad de lo que ocurría, para contribuir, en consecuencia, a conjurar la honda crisis creada en la Isla. Los hijos del país se veían maltratados de continuo, reducidos a la condición de hombres con deberes y sin derechos y engañados en la Corte al cabo de renovadas promesas. De ellos no podía esperarse que siguieran prestándose a ser instrumento de ambiciones desenfrenadas y procedimientos detestables. La conducta de Lersundi al surgir la insurrección de Céspedes fue consecuente con la observada por el hasta entonces. La reunión celebrada bajo su presidencia, en su, despacho, a raíz del grave suceso, dio oportunidad a uno de sus más sonados desplantes. Se negó a analizar las razones expuestas por José Manuel Mestre a nombre de elementos valiosos de la sociedad habanera. No trató de disimular su enojo ante las manifestaciones expresivas de la necesidad de adoptar medidas liberales y justas para todos. Llevó aún a más su destemplanza en momentos tan críticos para los intereses que representaba. No pudo ser de peor efecto su actitud impolítica y grosera con motivo de ciertas aclaraciones que pretendió hacer José Morales Lemus, interrumpiéndolo y amenazándolo en forma impropia entre personas de su condición”...
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