Sunday, December 12, 2010

Hoy 12 de Diciembre del 2010 en el Calendario


Hoy 12 de Diciembre en el Calendario USA

12 de Diciembre de 1915: Nació Francis Albert “Frank” Sinatra en Hoboken, New Jersey. Gran interprete de la música y actor de cine y televisión. Entre la era de Bing Crosby y la de Elvis Presley, fue Sinatra el gran cantante de los Estados Unidos, y el mundo. Entre sus éxitos más populares se destacan "I'll Be Seeing You", "Mam'selle", "Love and Marriage", "Chicago", "New York, New York" y tantos más. Murió el 14 de mayo de 1998 de un ataque cardiaco a los 82 años de edad.

12 de Diciembre de 1787: Pennsylvania en este día ratificó la Constitución de los Estados Unidos de América, siendo el segundo estado en integrar la Unión. La capital del estado es Harrisburg.

Hoy, 12 de Diciembre , en el Calendario Cubano

Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 12 de Diciembre se celebró el día de: Nuestra Señora de Guadalupe, Santos Sinesio y Constantino, mártires.

San Juan y Martínez

Nació Guillermo Montagu Rivero en San Juan y Martínez el 12 de diciembre de 1881. Escritor y abogado. Se educó en Barcelona y doctoró en la Universidad de La Habana. Obtuvo la Flor Natural en los Juegos Florales de 1908 por su poesía “A la Patria”; cronista teatral en “El Comercio” y colaboró en la prensa de Cuba. Autor de la novela cubana “Martín Pérez”, “Iris” poesía; “Cirilo Villaverde”, estudio de su vida y obras: “La Fuga y Notas para un sistema de legislación agraria”. Académico correspondiente por Pinar del Río de la Nacional de Artes y Letras. Ingresó recién graduado en la carrera judicial y fue juez, magistrado de la Audiencia habanera y del Tribunal Supremo.

Nueva York

12 de Diciembre de 1896: La Emigración Cubana en Nueva York.

En “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, páginas 699-700 nos describe los acontecimientos del 12 de diciembre de 1896 en la Historia de Cuba:

“La obra de las emigraciones cubanas, en la historia de los esfuerzos en pos de la independencia patria, fue extraordinaria y fecundísima. Servicios de toda índole prestaron a la causa libertadora. Con anterioridad a la Revolución y durante la misma, especialmente, la labor de los proscritos se tradujo en beneficios continuos. El sentido de unidad y solidaridad se sobrepuso á discordias y querellas. La simiente regada por José Martí fructificó de manera sorprendente. Los cubanos emigrados en los Estados Unidos permanecieron en todo momento pendientes de la fortuna de la Revolución. Lo mismo para mostrarse fuertes y serenos ante la adversidad que para exaltar los derechos y las virtudes de los criollos que combatían en la Isla, los patriotas dejaron escuchar su voz en la nación vecina. La muerte del general Antonio Maceo, acaecida en instantes decisivos para la Revolución, fue uno de aquellos casos en que la entereza de los buenos hijos de Cuba se exhibió ejemplarmente. Los residentes en Nueva York apenas enterados del desastre, el 12 de diciembre de 1896, dirigieron a los demás compatriotas un manifiesto, rebosante de dignidad, para contrarrestar el efecto que hubiese podido producir la propaganda española con motivo de la caída del héroe epónimo. "Ante la actitud del enemigo -dijeron aquellos patriotas- y dejando suceder en el ánimo a la esperanza que alentamos de que el Destino conservara a la patria el corazón noble y el esforzado brazo del general invicto cuya figura rodea ya el Mundo con la doble aureola del genio y del martirio, el oleaje de horror y de indignación que levanta en la conciencia la sola sospecha del medio artero empleado para rendirlo, entendemos que es nuestro deber más inmediato oponer a la delirante confianza de los españoles la indomable firmeza de los cubanos; hacer saber a España, que supone próximo el fin de la revolución redentora porque sucumba en la lucha gloriosa uno de los brazos más poderosos que guiaba su marcha triunfante, y a este noble pueblo americano, que comparte nuestras aspiraciones y se dispone a prestarnos su eficaz ayuda, que el pueblo cubano, ya llorando a sus héroes más queridos, ya confiando en que la muerte los respetará para el cumplimiento del fin grande y generoso por cuya consecución luchan, continúa inquebrantablemente unido en el mismo sentimiento que lo ha llevado hasta el sacrificio de su vida y de su riqueza, y resuelto a obtener a toda costa la independencia de la patria."

12 de Diciembre de 1895: La Invasión Libertadora en Las Villas: Avanza de Manacal (distrito de Santa Clara) a Quirro (distrito de Trinidad), en total 3 leguas recorridas. Del 11 al 13 de diciembre por José Miró Argenter.Por José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Invasión) - Tomo I: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 152-159 describe los acontecimientos del 11 al 13 de diciembre de 1895 en la Historia de Cuba:

“Acción del día 12: desde el Manacal a las Lomas de Quirro: “Amanece bajo una temperatura glacial, y rompen el fuego los puestos avanzados. ¿Pretenderá el enemigo continuar la operación? El tiroteo, cada vez más cercano y nutrido, aleja toda duda. El general Maceo se dispone a dar la batalla desparramada por el bosque con sólo trescientos hombres. Las restantes fuerzas emprenden la marcha por el desfiladero del Toro. Se ha mandado retirar las avanzadas, y durante largo rato todo permanece en silencio. La primera emboscada esta prevenida, en la boca Justify Fulldel desfiladero. Ya se divisa la vanguardia española arriba del monte empinado; ya da principio al flanqueo; se para a ratos, escudriña, vuelve a andar, desciende, muda el fondo para ir a la desfilada, y suena la primera descarga; la pendencia dura veinte minutos. Otro grupo apostado espera que le toque el turno, y en un trayecto de media legua, hay pelotones de diez, de quince, de treinta hombres, perfectamente escalonados. Penetra la columna en la hondonada haciendo fuego a discreción; los fogonazos alumbran el interior del monte de un modo siniestro, y los proyectiles rebotan, estrellados contra la roca viva de los paredones. La segunda emboscada cumple su misión y deja el paso franco a los españoles, para que la segunda los reciba de idéntica manera. Un trayecto de cuatro kilómetros ha costado a los españoles cinco horas de lucha toda la mañana. El camino es cada vez más estrecho y tortuoso, el monte cada vez mas tupido; bosque impenetrable por dondequiera, lomas abruptas, o farallones o precipicios a ambos lados del sendero, tal parece que nos hallamos en el corazón de la Sierra Maestra; pero el fuego continúa, a pesar de tantos obstáculos ora desparramado, ora intenso y nutrido, y los ecos de las descargas retumban por el fragoso monte simulando nuevos choques entre enemigos invisibles. Como a las dos de la tarde, habiéndose reunido todas las fuerzas que se hallaban escalonadas, se da un ligero descanso en Boca del Toro, especie de anfiteatro, cuyas gradas son peñas enormes, unas encima de otras, las más elevadas suspendidas sobre el abismo y en la fiera actitud de desplomarse; el conjunto, es de un aspecto aterrador. Nadie sospecha que la columna se atreva a franquear tan selvático escenario; mas transcurrida una hora, la guardia que vigila el camino del rastro da el aviso de que se ven grupos de infantería. Nuestra tropa monta a caballo y se despliega en medio de la plazuela, circunscrita por el contorno de Boca del Toro, para hacer frente al audaz e incansable enemigo que se apresta a cruzar parajes tan desiertos y remotos: se pelea de nuevo, cual si ahora se abriera la función, aunque economizando cartuchos por nuestra parte, porque hay que pensar en la jornada de mañana; y quien sabe si el ardimiento de los soldados españoles, la tenacidad del jefe que los manda y su temerario empeño de batirnos, obedecen únicamente al propósito de que se vacíen nuestras cananas antes de que lleguemos al distrito de Cienfuegos. Los días cortos de la estación y la espesura del bosque, anticipan el crepúsculo a las cuatro de la tarde, hora en que los españoles paran de andar y acampan en el mismo Toro; mientras los nuestros, una vez practicados los reconocimientos indispensables, se incorporan en la montaña del Quirro al grueso de la columna. La tarea termina a las ocho de la noche. Después del toque de silencio, una falsa alarma, provocada por la alucinación de un centinela, obliga al general Maceo a pasar la noche al raso con todos los ayudantes de servicio.”

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