Hoy 12 de Enero en el Calendario USA
12 de Enero de 1968 - AT&T's anunció que designaría el número 911 para llamadas de emergencia. Es primera vez que se relaciona este número con las llamadas telefónicas de emergencia. El 16 de febrero de ese año en Haleyville, Alabama, comenzó a funcionar un Sistema 911 por primera vez.
12 de Enero de 1932 - Senadora Hattie Ophelia Caraway por el Estado de Arkansas fue la primera mujer electa al Senado de los Estados Unidos.
12 de Enero de 1777 - Misión de Santa Clara de Asís, California - El padre Junípero Serra fundó la misión de Santa Clara de Asís, en la actual Ciudad de Santa Clara, California.
12 de Enero de 1737 - Nació John Hancock en Braintree (ahora llamada Quincy), Massachusetts. Revolucionario americano durante la Guerra de Independencia. Primer signatario de la Declaración de Independencia. Falleció en su ciudad natal el 8 de octubre de 1793.
12 de Enero de 1828 en el Estado de Florida - Se incorporó la Ciudad de Cayo Hueso en el entonces Territorio de Florida.
Hoy, 12 de Enero, en el Calendario Cubano
Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 12 de Enero se celebró el día de: Santos Benito, Arcadio y Modesto, mártires, Victoriano, confesor y santa Taciana, virgen.
12 de Enero de 1896 - La Invasión Libertadora en Pinar del Río: Avanza de Las Pozas (Consolación del Norte) a La Palma, en total 8 leguas recorridas. Antonio Maceo en la zona de Consolación del Norte: incendia el poblado y embarcadero de La Mulata y el embarcadero de Verracos. Un contingente a las órdenes del general Pedro Delgado destruyó el poblado que existía en el Morrillo, así como muelles y almacenes y zona de cultivo del barrio de Río Blanco. En Consolación del Sur un contingente al mando de Pío Domínguez quemó en la plaza el archivo y mobiliario del ayuntamiento.
La Invasión Libertadora el 9 de enero de 1896 por José Miró Argenter.
“Las guerrillas de Maceo, corriéndose por el litoral, incendiaron los embarcaderos de Río Blanco, la Mulata y Verracos, en la mañana del 12, en tanto el Cuartel general se dirigía hacia el interior con el propósito de atacar el pueblo de la Palma, cuyos habitantes, sin excepción de ninguno, eran integristas acérrimos, cualidad que no desmintieron en ningún período de la guerra. En aquel término, casi en su totalidad, compuesto de españoles oriundos de las Islas Canarias, no se hallaba un solo simpatizador de la causa separatista. Las tres leguas que median de un lugar a otro, se anduvieron con la mayor celeridad a fin de llegar con anticipación a los refuerzos españoles, que habiendo desembarcado en Río Blanco, se dirigían al citado lugar; y lo efectuaron con tres horas de antelación a la columna insurrecta, marchando con sigilo. El capitán que mandaba el destacamento de auxilio, procedió sin demora a levantar atrincheramientos. Nuestra columna dio vista al pueblo de la Palma, entre ocho y nueve de la mañana del 12, cuando ya la guarnición se hallaba prevenida. Es de señalarse, entre los innumerables descuidos del ejército español, este acto de diligencia y marcialidad realizado por el capitán Pozo, jefe del destacamento. Tres meses más tarde, el mismo capitán, con la misma tropa y los bravos voluntarios de la Palma, habría de causarnos un completo desastre al ser acometida la población por la hueste de Maceo. El ataque hubiera sido fructuoso en la mañana del 12 de Enero; pero al dar vista a la localidad, con el propósito de romper las hostilidades, se apareció una mujer con dos niños en el Cuartel general, pidiendo y suplicando, con la elocuencia de la aflicción, que no acometiéramos la operación del asalto, a fin de evitar escenas sangrientas de represalias, de las cuales serían víctimas los mismos españoles de la localidad. La desolada dama, era esposa del jefe de los voluntarios don Antolín M Collado. Maceo, que jamás negó nada a las mujeres, y que siempre se dejó cautivar por el llanto de las madres de familia, accedió a lo que solicitaba la afligida señora, y sólo impuso, ó. mejor dicho, aceptó buenamente lo que la emisaria le brindaba una contribución de guerra y la promesa de que los caciques de la Palma abandonarían el negocio del tabaco. La contribución se hizo efectiva parcialmente; pero la cantidad principal de ella, consignada en una orden mercantil contra la casa de Seña y Compañía de la Habana, quedó sin pagar, y poco faltó para que no le costara un serio disgusto a don Perfecto Lacoste, a quien se la envió Maceo para que la cobrara y girara el importe de tres mil pesos a la delegación del partido revolucionario. Lacoste pretendió cobrar la libranza, pero la casa citada, que, por lo visto, estaba en conocimiento de aquel valor entendido, se negó de plano a efectuar el desembolso, no sin manifestarle al destinatario que la operación era filibustera, netamente separatista, y relacionada con un secuestro. Ya Wéyler mandaba en Cuba, y el patíbulo estaba alzado, con carácter de institución, en el foso de los Laureles”...
- En “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, páginas 29-30 nos describe los acontecimientos de la Justicia en el Ejército Libertador el 12 de Enero de 1896.
“El pensamiento maligno tan a menudo puesto en boca de un político célebre fue en la práctica repetido por la humanidad: "Calumnia, que algo queda." Esta máxima, atribuida a un solo mortal, fue por parte importantísima del resto de sus semejantes escuchada como voz del Cielo. En Cuba, durante las luchas por la redención patria, la calumnia se cebó a expensas de los que todo lo sacrificaban en defensa del derecho y de la justicia. Para sus enemigos, ciegos de odio y de ira, llegó a ser como un deber ineludible la falsa imputación de las mayores atrocidades a los soldados de la Revolución. Mala afición fue aquélla. Muy lejos estuvo el cubano de ser instrumento de crímenes y depredaciones, Hubo casos repetidos en que se dejó probado que ni la República ni el Ejército mancillaban sus fastos omitiendo el castigo de delitos perpetrados por servidores suyos. Pocos días después de separarse en la provincia de La Habana los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, el 12 de enero de 1896, en la columna del primero se realizó un hecho represivo hasta no más. Un oficial y tres individuos de tropa fueron acusados de haber robado prendas de oro y piezas de vestir a una señora, y un consejo de guerra los juzgó y condenó a muerte. El General en jefe aprobó la sentencia, y a las seis de la mañana del 12 de enero de 1896 quedaron pasados por las armas. "Aquello fue -escribió en su Diario de la Guerra Bernabé Boza, testigo del suceso- un acto cruel, un tiroteo horrible y desgraciado. ¡Una página negra para la Historia! Para hacer un escarmiento bastaba una víctima, pero ¡cuatro! ¡Ah, cómo le habrá quedado la conciencia al tribunal sentenciador!”...
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