Efemérides, datos y apuntes de la historia relacionados con el 18 de febrero, el día de hoy. Además de nuestras notas en Damisela.com y Guije.com, consultamos el Calendario USA y el Calendario Cubano.
Hoy 18 de febrero en el Calendario USA
18 de febrero de 1930 - Clyde William Tombaugh descubrió el planeta Pluto.
18 de febrero de 1885 - Se publicó en los Estados Unidos “Adventures of Huckleberry Finn” de Mark Twain. La novela de aventura ya había sido publicada en Canadá e Inglaterra desde el 10 de diciembre de 1884.
Estado de Florida
18 de febrero de 1842 - En el Estado de Florida se estableció el Condado de Santa Rosa. Recibe su nombre de la Isla Santa Rosa, la cual fue nombrada así en honor de Santa Rosa de Viterbo. La sede de gobierno de este condado es Milton.
Hoy, 18 de febrero, en el Calendario Cubano
Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 18 de febrero se celebró el día de: Santos Simeón y Flaviano, mártires, Eladio, obispo y Santa Gaudencia, mártir
Nació Regino Boti Barreiro en Guantánamo el 18 de febrero de 1878. De profesión abogado y escritor de vocación. Poeta de reconocimiento internacional.
18 de febrero de 1955 - Se inauguró La Exposición Nacional de Ganadería en el Parque Nacional de Ferias y Exposiciones de Rancho Boyeros. Esta feria duró hasta el 28 de febrero.
18 de febrero de 1896 - Antonio Maceo y sus tropas en Jaruco, La Habana. Por José Miró Argenter en “Cuba Crónicas de la Guerra (La Campaña de Occidente) - Tomo II: Segunda Edición” de la Editorial Lex, 1942, páginas 71-75 describe los acontecimientos del 18 de febrero de 1896 en la Historia de Cuba:
"Muchos batallones tenía dispuestos la jefatura del ejército español al penetrar Maceo en la provincia de la Habana, los suficientes para hacer fracasar cualquiera excursión por el territorio y todo golpe de mano contra las plazas guarnecidas. Pero el general Maceo concibió el propósito de dar una función que evidenciara su presencia en la comarca mejor defendida por los españoles. Fijóse para ello en la ciudad de Jaruco, situada en la línea férrea de Regla a Matanzas. Atrevido era el plan, pues Jaruco, á más de los elementos de guerra con que contaba, podía ser socorrida á las pocas horas, y aun suponerse que pernoctara allí alguna de las varias columnas que operaban en dicha zona. Realizado el intento, con más o menos fortuna, era de esperarse una activa persecución, una serie de combates inevitables. Operaban en la provincia de la Habana algunos jefes españoles que pocos días antes trabaron combate con Maceo en Pinar del Río, al mando ahora de otros regimientos, bien distribuidos por el centro del territorio; y las fuerzas de la provincia de Matanzas podían acudir rápidamente sobre cualquier punto amenazado, valiéndose de las líneas férreas, casi siempre expeditas. Pero sin que á nuestro caudillo le causara la menor zozobra ninguno de estos obstáculos, uno solo de ellos lo bastante grave para contener los ímpetus de otro ánimo que no fuera el suyo, dio las órdenes convenientes para acometer la operación en la jornada del 18, en que salimos del ingenio Santa Amelia, al apuntar el día, y por medio de una marcha rápida y continuada nos situamos, al obscurecer, á tiro de fusil de la ciudad de Jaruco. En previsión de que pudiera ser socorrida la plaza, se destacaron por la línea férrea diferentes secciones de caballería hasta lejana distancia, y después de comprobar sobre el terreno los diferentes informes que habían comunicado los conocedores del lugar, se dispuso el ataque de la población. La ciudad de Jaruco está situada á once leguas de la capital; tenía entonces unos 2,000 habitantes, y estaba defendida, el día del asalto, por 250 soldados de tropa regular y los voluntarios. El casco de la población se levanta en la falda de una loma; desde la línea férrea aparece la ciudad situada en un promontorio. Hay que ascender para llegar al caserío, por un camino desigual, que los naturales de la localidad denominan las escaleras de Jaruco. La defensa de la plaza se hallaba escudada por la misma posición estratégica, y de todos modos, al sonar la voz de alarma dentro del caserío, podía hacer fracasar el ataque tan pronto como fuese iniciado. El asalto lo dirigió el general Maceo enviando sobre la plaza dos secciones de infantería, que penetraron sin dificultad dentro de los arrabales; se rompió el fuego entre asaltantes y defensores; serían las nueve de la moche. Las dos compañías de ataque, con el alboroto consiguiente, llegaron hasta la plaza de la ciudad, y á tiro limpio se apoderaron de la cárcel y pusieron en libertad á todos los presos. Se rindieron los guardias municipales y algunos bomberos. Las descargas tomaron entonces mayor viveza, porque apercibidos los defensores de la ciudad, y especialmente dos compañías de tropa de línea que pernoctaban en ella, se propusieron desalojar á los insurrectos de las posiciones que ocupaban y desde las cuales respondían al fuego de los españoles. Entretanto incendiaban las casas que habían abandonado sus moradores y desvalijaban los establecimientos de comercio. El tiroteo continuo hasta la madrugada, en que el general Maceo ordenó que los asaltantes salieran de la población para ordenar la marcha. El botín no fue escaso 80 fusiles y unas 5,000 cápsulas. Retiramos tres muertos y 11 heridos. El golpe de mano habíase realizado con creces, puesto que se entró á viva fuerza en una población importante, defendida por tropa de línea, y la ciudad ardía, si no por los cuatro costados, con llancas suficientes para que el espectáculo causara impresión profunda en el vecindario y en los pueblos comarcanos. La noticia circularía muy pronto de uno á otro ámbito de la provincia, y llegaría á la capital con los ecos de un suceso luctuoso, renovando la memoria de otros sucesos parecidos, como el asalto y destrucción de Güira de Melena, de recuerdo aterrador para los habitantes de la localidad. Los españoles trataron de quitarle importancia al ataque de Jaruco; y en el primer parte que dieron á la prensa, dijeron únicamente que "á las nueve de la noche del día 18 de Febrero, Maceo, con fuerzas que ascendían á 3 o 4 mil hombres, había atacado la población de Jaruco, consiguiendo tan sólo soltar 24 presos de la cárcel, hacer capitular á 5 municipales y quemar, con la cárcel, algunas casas de guano fuera del alcance de la defensa". Pero como una vez publicado este parte, á nadie podía hacérsele entender que la cárcel estuviera fuera de la estacada y bajo las mismas condiciones de las casas de guano, á los dos o tres días rectificaron la noticia, de esta manera: "Por sospecha de que las partidas de Maceo y Gómez se habían concentrado huyendo de las columnas, se mandaron dos compañías de Guadalajara que acababan de desembarcar en Cuba, con orden de llegar á Jaruco. Arreglaron la vía que estaba cortada, y á las tres de la tarde del 18 tuvieron combate con las fuerzas de Maceo, que se retiraron al sospechar que venía tropa. Los insurrectos tuvieron bajas. Maceo había atacado á Jaruco sin resultado, durando el ataque desde las nueve de la noche hasta las tres de la madrugada. Quemaron 131 casas: 32 de mampostería, 50 de madera, otras de guano y la cárcel; rindieron á cinco guardias municipales; soltaron 24 presos y saquearon todo el pueblo, excepto la calle Real. Fuerzas de caballería y artillería protegieren la línea férrea desde la Habana para auxiliar á las compañías de Guadalajara. El gobierno había previsto ese ataque, á cuyo efecto envió las citadas fuerzas, y el enemigo fue rechazado varias veces por la guarnición y los voluntarios mandados por el señor Vesa, coronel del instituto, ocupándoles dos muertos, un herido, caballos y municiones. Por nuestra parte tuvimos un voluntario muerto y 6 soldados de Saboya heridos. A Jaruco llegó al amanecer, desde la Catalina, la columna del coronel Hernández, que persiguió al enemigo por la hacienda Molina, rumbo á Güines, con mil hombres á caballo, causando al enemigo 12 muertos y más de 80 heridos. La columna tuvo tres heridos y caballos y acémilas muertos y heridos". No es menester extremar la argumentación para hacer resaltar lo mal hilvanado de este parte oficial, que hemos transcrito al pie de la letra, puesto que salta á la vista el dato de que Maceo atacó la población de Jaruco sin resultado, cuando á renglón seguido se confiesa que incendió 131 casas, saqueó casi todo el pueblo y permaneció en él desde las nueve de la noche hasta las tres de la mañana; y dejamos sin comentarios la paladina afirmación de que el gobierno había previsto este golpe de mano, enviando al efecto dos compañías de Guadalajara y fuerzas de artillería y caballería que guardaran la línea, porque si esto fuese cierto demostraría que esos guardianes hicieron el papel de figuras decorativas, con la circunstancia especialísima de que ningún actor se enteró de su paso por la escena"...
18 de febrero de 1857 - Inauguración del ferrocarril de Guantánamo.
18 de febrero de 1818 - Se establece el mercado conocido por Plaza del Vapor (después llamado de Tacón) en la Ciudad de La Habana.
18 de febrero de 1711 - El Oidor Pablo Cavero en “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, páginas 103-104 nos describe los acontecimientos del 18 de febrero de 1711 en la Historia de Cuba:
"A poco de haberse posesionado, en enero de 1708, del mando supremo de Cuba el coronel Laureano de Torres Ayala, reemplazó en la auditoría de la Isla a Nicolás Chirino Vandevall el licenciado José Fernández de Córdova. Uno y otro estaban poseídos de sus prerrogativas y preeminencias. No tardaron en chocar. Era un caso más de estériles competencias entre los que estaban cabalmente obligados a prestarse recíprocos respetos y auxilios. Fernández de Córdova se consideró con autoridad y atribuciones bastantes para constituirse en pesquisidor con derecho a vigilar, enmendar y censurar todos los actos del gobernador general de la Isla. Empezó por calificar de criminal la tolerancia con que Torres Ayala veía el contrabando, sin reparar en que la autoridad atacada carecía de medios idóneos para contrarrestar tamaño mal. Asedió a la audiencia de Santo Domingo con denuncias contra su rival. No dio tregua a murmuraciones y desobediencias enderezadas a menoscabar en su prestigio y representación a Torres Ayala. Ni halló empacho en dirigir al Gobernador un escrito en demasía altanero e insinuante, tan insinuante y altanero que el ofendido se juzgó en el caso de hacer que un oficial de la guarnición condujese preso a El Morro al destemplado auditor. La discordia subió de punto. Fernández de Córdova dio desde El Morro rienda suelta a su resentida soberbia en un memorial que dirigió al Rey por conducto de la audiencia de Santo Domingo, a cuya intervención recurrió en seguida. Las acusaciones formuladas por Fernández de Córdova no tardaron en dar motivo a que la Audiencia designase a su oidor Pablo Cavero para que realizase pesquisas sobre la conducta del Gobernador y del Auditor. Cavero llegó a La Habana el 18 de febrero de 1711. Presentó sus credenciales de juez investigador. Depuso a Torres Ayala de sus cargos, reservándose el político para sí y otorgando el militar a Luis Chacón. Sacó a Fernández de Córdova del castillo de El Morro y lo declaró preso en su casa. Permitió a Torres Ayala -quien, con arreglo a preceptos legales, debía ausentarse a catorce leguas de la capital residir en Guanabacoa con un hermano suyo, vicario de la vecina villa"...
18 de febrero de 1628 - Hatos y corrales en el Municipio de Cárdenas, Matanzas
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