El 30 de noviembre en el Calendario USA
30 de noviembre de 1999: Se unen las compañías petroleras Exxon y Mobile formando la Exxon Mobil Corporation, la corporación más grande del mundo. Irónicamente ambas de estas compañías era parte de la Standard Oil Company de John D. Rockefeller antes que tuviera que ser dividida.
30 de noviembre de 1835: Nació Samuel Langhorne Clemens “Mark Twain” en Florida, Missouri. Escritor humorista, stírico del cuento y la novela; autor de las novelas “Adventures of Huckleberry Finn” y “The Adventures of Tom Sawyer” que lograron gran popularidad en sus tiempos y aun son consideradas dos grandes obras en la literatura americana. Falleció en Redding, Connecticut, 21 de abril de 1910.
El 30 de noviembre en el Calendario Cubano
Almanaques cubanos de 1921 y 1946 indican que el 30 de noviembre se celebró el día de: San Andrés, apóstol y Santa Justina, virgen y mártir. Fray José López Piteira, santo nacido en Cuba. Nació en Jatibonico, Camagüey, hijo de familia española que regresó a España cuando Fray José López Piteira aun era un niño. Fue fusilado en España el 30 de noviembre de 1936. Beatificado en el 2007.
30 de noviembre de 1838: -Nació en Sancti Spíritus. Médico patriota que alcanzó el grado de general. Al estallar la Guerra de los Diez Años se lanzó al combate batiéndose en las más reñidas acciones de la jurisdicción de Morón y Sancti Spíritus. Fue constituyente en Guáimaro y uno de los grandes organizadores del primer momento de la revolución. Murió sobre el campo de batalla el 24 de junio de 1869.
Máximo Gómez
30 de noviembre de 1895: La Invasión Libertadora bajo el mando del Generalísimo Máximo Gómez y el Mayor General Antonio Maceo en Camagüey: Avanza de Lázaro López a Reforma, en total 2 leguas recorridas
30 de noviembre de 1665: En “Un Día Como Hoy” por Emeterio S. Santovenia editado por Editorial Trópico, 1946, La Habana, Cuba, nos describe los acontecimientos del 30 de noviembre de 1665 en la Historia de Cuba:
“Muchas de las poblaciones fundadas en Indias por los castellanos nacieron provistas de títulos y preeminencias notables. Otras no llegaron a poseer tales galardones sino por la acción del tiempo y de sus esfuerzos propios. La Habana, cuyo cabildo municipal fue desde lejanos días guardián de los prestigios y las distinciones que iban mereciendo primeramente la villa y después la ciudad, figuró entre aquellas que tuvieron que bregar con tesón para obtener honores muy apetecidos entonces. ¿Cómo era posible que San Cristóbal de la Habana careciese de escudo de armas? Grande injusticia venía consumándose cuando, en 30 de noviembre de 1665, en Madrid, Mariana de Austria, viuda de Felipe IV y reina gobernadora, otorgó la merced de escudo de armas a La Habana. El ayuntamiento de La Habana había solicitado en 22 de mayo de 1665 de la Reina Gobernadora aquella gracia, aduciendo la razón de que, no obstante las pesquisas practicadas, resultaba desconocido el origen de la merced a virtud de la cual podía usar la ciudad el escudo de armas compuesto de tres castillos y una llave en campo azul. La Reina Gobernadora, muy complacida de que sus vasallos de la capital de Cuba le hiciesen tal requerimiento, accedió a él en términos lisonjeros para La Habana. La real cédula de 30 de noviembre de 1665 fue, en puridad de verdad, una ratificación del honor que debió de recibir La Habana con el de su exaltación, en 1592, de villa a ciudad. Cuanto a su composición, el escudo primitivo de La Habana estuvo formado por los tres castillos y la llave en campo azul, exacta alegoría, según la expresión de un historiador, de sus primeras fortificaciones y de ser supuesto la llave del paso para América. Ya estaba reconocida la importancia excepcional de la situación geográfica de Cuba: en el escudo de armas de La Habana quedó grabada. El acontecimiento, en el orden moral, entrañaba verdadero interés. La Habana mereció de sobra la distinción por la Reina Gobernadora ratificada. Ni escasa ni circunstancial era la importancia que ya tenía lograda la ciudad, relegando a un orden inferior al suyo a Santiago de Cuba. Su excelente posición en el seno del Golfo de México y las condiciones superiores de su puerto habían determinado la preferencia de que comenzó a ser objeto tan luego como tomó incremento el tráfico marítimo en las riberas del Nuevo Mundo. Los destellos de la buena suerte de la capital de Cuba empezaban a ser advertidos. Acaso no hubo por aquel tiempo ningún espíritu que abarcase en toda su amplitud las posibles grandezas de la ciudad. En cambio, se vislumbraba mucho de lo que estaba llamada a ser La Habana como llave del Nuevo Mundo y antemural de las Indias Occidentales.”
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